El irrespeto al usuario, la venta masiva de
datos privados y la manipulación son las gotas que rebasaron la credibilidad de
Facebook como plataforma de servicios, con el fin de ofrecer un anuncio
personalizado a cada usuario o hacerle influir en la votación de su país beneficiando
a tercero Facebook sufre su más baja reputación desde sus inicios, ya que a
medida que pasa el tiempo son más las evidencias que demuestran su mal actuar
con la información que concede sus usuarios, además se le añade de que no ha
podido controlar las noticias falsas, la divulgación de contenido erótico, de
violencia y de extremismo, la forma gratuita de cómo sus usuarios los que
alimentan la plataforma, a comparación de servicios pago que si crean sus
contenidos –Netflix- que si le pagan a sus creadores, directores y guionistas,
o a diferencia de medios de comunicación tradicionales que si trabajan por
mostrar una noticia como debería ser analizada desde diferentes puntos de vista
y que pasan por varias etapas de redacción, objetividad, etc. Y pagan al director,
al periodista, a el reportero que sale a buscar la noticia e informarla si bien
la inmediatez con que ocurren los hechos no dan para pasar por muchos filtros,
si se debe limitar el alcance de la circulación de noticias falsa, y se debe
pagar por acceder al contenido así eso obligue a un pago mensual por su uso, y
si entrar analizar si sus usuarios son los que alimentan su contenido que
incentivo monetario reciben, Facebook está acaparando todas las formas de
publicidad tradicionales, ya los anuncios de compra-venta de vehículos,
accesorios, terrenos, casas , propiedades ya no se difunden en el periódico local,
ya todos los anuncios son percibidos por Facebook lo que deja sin
sostenibilidad a los productores locales y se vuelven ganancias para la compañía
extranjera y no local, si bien el servicio es gratuito debe procurar el
bienestar de las personas que la usan y no generar improductividad en las
regiones, ya que Facebook se vuelve el gran hermano que nos absorbe el tiempo
con el único propósito que veamos sus anuncios que afectan nuestra decisiones
para bien o para mal por eso los monopolios nunca son buenos.
Cuántas horas al día improductivamente gastamos en entretenimiento. Por eso, la invitación es pasar esas horas diarias en pendejadas y usarlas para algo más grande. Esos pequeños pasos hacia un objetivo grande y no simple banalidad que solo activan dopaminas que generan satisfacciones momentáneas y con el tiempo adicciones. No ser un producto, sino hacer el producto, no que el mercado nos de las pautas, sino que nosotros generemos el ecosistema necesario, más saludable, enfocado en la privacidad, en la descentralización, en el monopolio si no en la comunidad, para beneficios no personales sino de grupo.
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